Río, ¿cuál río? El que pasa por mi cuerpo, el que llevo en la sangre, el que se vuelve nostalgia. ¿Nostalgia? Si, nostalgia la que nos conduce a la raíz y nos vuelca al mar.
Río y piedra, de lo que esta hecho el Puerto.
Existe un lugar que determina la proximidad al orden intimo, una suave contemplación que va penetrando en la materia, es el punto de partida que nos lleva río arriba y río adentro.
Existen guardianes, sedimentos que nacen junto con la huella que deja el recorrido del agua, luz para todos los pueblos.
Ireri, en esta serie se coloca en ese lugar, su cuerpo es un guardián mas por donde pasa el torrente, la pintura una extensión de su ser, que tiene por obligación buscar la respuesta a aquellas preguntas que se formularon tiempo atrás.
En estas piezas existe una búsqueda de identidad, clara como fluido que acaricia la piedra a su paso, se refleja en color, ¿de qué estamos hechos si no de estas piedras? Venimos de ahí río arriba de esas montañas y este color nos pertenece.
Ireri encuentra ese instante en donde conviven caos y orden, razón y emociones construyen el color, para luego apropiárselo en nombre de todos.
En los cuadros hay un carácter compulsivo que busca belleza y no se sosiega con la apariencia, en un parpadeo conduce la mirada y nos lleva con ella río adentro, a vernos en el espejo natural del entorno, es aquí donde las piezas logran su función, construyendo un lugar de conexión, que va de una realidad y nos abre las puertas a otra.
En lo particular las piezas poseen un poder de convocatoria, resultado de la búsqueda de un conciente colectivo, que se reconozca en sus elementos.
Hay una vocación de rescate a través de la búsqueda de belleza, y placer estético. Una obsesión por emblemas en donde reconocernos ya que la autora habla por el lugar donde habita su pueblo.
Valeria Arrellano Da Silva.
Puerto Vallarta, Jalisco, febrero 2007.