Fluir de vida
Una carta de un amigo…
Exposición de la Maestra Ireri Topete en el Pulpo Rojo “Fluir de Vida”
Carta a Ireri por su exposición Fluir de Vida Viernes, 11 de marzo de 2011 Ireri:
Tu sabes que no soy artista y tampoco tengo el dinero para coleccionar, Dios no les da alas a los alacranes, mucho menos soy crítico de arte, soy un simple y vulgar consumidor de imágenes, (más vulgar que simple, eso sí) y como tal te pido tomes lo que te diré. He tenido la oportunidad de asistir a museos, algunos importantes, otros francamente menos que modestos, a galerías comerciales y públicas, pero eso no me da ninguna autoridad más que la que puede adquirir mi emoción, mi arrebato ante lo que veo. Hace mucho tiempo que no me pasaba lo que ayer viví, la última vez que me sentí así fue cuando tuve la oportunidad de ver en vivo la exposición “Madre Prodiga” de Daniel Lezama en el MAZ, y para ser honestos, antes de entonces no recuerdo cuando fue la última vez. Y lo que sentí ayer fue enorme, bueno, no fue ayer, realmente fue antier cuando pude ser testigo del trabajo museográfico, pero dejémoslo en ayer. Lo que sentí ayer fue enorme, me invadió, me conmovió como pocas cosas lo han logrado últimamente. Tú conoces mi posición frente al arte, lo hemos discutido en un par de ocasiones, pero te la resumo así, para mí, el arte no existe, o por lo menos en muy pocos casos lo encontramos como un hecho absoluto y eso ocurre en muy contadas ocasiones. El resto del tiempo el arte no existe, existe un momento artístico, en una obra completa encuentras “momentos”, fracciones geniales que nos ayudan a conferirle el valor de arte a una pieza, una obra musical, un poema, pero solo eso, momentos, destellos, creo que mientras más destellos encontramos, más fácilmente reconocemos lo que tenemos enfrente como arte. Pero para encontrar una obra redonda, que cada destello sea igual o mayor a la suma de las partes tenemos que pasar mucho tiempo buscando y a veces pasan años sin que eso ocurra. Ayer me vi frente a una obra genial, una obra que por sí misma, por su peso específico es arte, no requiere que yo, simple mortal, le confiera ese valor, lo tiene intrínseco, tácito en su existir, en su gesta, en su factura. Me maravillo, me emocionó me hizo parte de ella, tu obra sobre el río, sobre la vida y el fluir, ahí está, hablando, fluyendo, metiéndose por ojos y habitando dentro de nosotros. Es ajena a mi razón, es ajena a mi desgajamiento intelectual, no puedo siquiera aproximarme a ella con la razón, tiene su propio carácter y su propia vida, danza por si sola. Como te dije, hace mucho tiempo una obra es su conjunto y pieza por pieza no me provocaba tal sobrecogimiento, tal emoción, en mi humilde opinión, puedo decir que ayer estuve frente a una obra maestra. Si, Rafa dirá que soy un cursi, Yes dirá que soy un azotado y Fer tal vez diga que estoy loco, pues si, todo eso junto, pero tenía que decirte lo que provocó tu obra en mi, darte las gracias por ese momento increíble que me regalaste, las pocas veces que he estado frente a una obra maestra el autor no está, no lo conozco y no le puedo dar las gracias, para mi fortuna ésta vez es diferente. Perdonarás que haga pública ésta carta, pero me parece importante decir en voz alta lo que viví ayer, que quien no pudo o no quiso ir a ver la exposición ayer, se entere de la calidad de obra que vimos, que compartiste con nosotros. Maestra, muchas gracias.
Paco Juárez