La expresión plástica y el dominio del oficio
Ireri Topete es una artista que ha alcanzado un alto nivel de competencia en el manejo de las técnicas y el uso de los materiales que emplea en la pintura y el grabado, disciplinas ambas a las que se ha dedicado a lo largo de su trayectoria con la misma dedicación y esmero.
El conocimiento de distintas técnicas parece ser en ella una necesidad para dar forma a su expresión, mismo que se manifiesta en cada una de sus series donde es común hallar la aplicación de nuevas soluciones que enriquecen su lenguaje artístico. Tal vez esta necesidad se encuentre estrechamente ligada a una actitud por compartir sus logros a través de la docencia, pues es sabido que posee un especial don para la enseñanza, por lo que no es difícil pensar que sus cualidades como maestra la conducen a experimentar con los más variados materiales, antes de ponerlos al alcance de sus alumnos o de aplicarlos a su propia obra.
Su búsqueda en este sentido está siempre orientada hacia objetivos claros. No es artista que aproveche el accidente o que trabaje a partir del azar. O al menos, pareciera que lo hace la menor de las veces. Sus metas suelen estar guiadas por temáticas definidas en donde el uso de un material o una determinada técnica significa un reto a vencer. En los caminos que se traza para alcanzarlas, sus emociones se ven controladas y subordinadas a un trabajo cuidadoso. Se podría asegurar que su obra está hecha a partir de la meditación, la paciencia y pocos arrebatos.
Ireri Topete aborda los temas de su entorno vallartense, sin concesiones. No es pintora del cuadro fácil enfocado a la venta. Ha nacido y crecido en el pequeño puerto de la costa jalisciense y revive en el lienzo o en la placa las características de su entorno. Por varios años ha impartido clases de pintura y grabado en los talleres de la isla del río Cuale, al tiempo que trabaja en su taller particular, localizado sobre una bulliciosa calle del corazón de la ciudad por la que pasan camiones urbanos, autos y transeúntes nativos y extranjeros. Todo ello se registra en su obra. Su producción se nutre de la naturaleza o las experiencias que circundan su vida cotidiana: las aguas del río, las piedras que ruedan en su cauce, las tierras arenosas, la huella del limo, o bien, retoma aspectos de la actividad popular: la feria, los juegos o el acontecer del microcosmos que habita.
Su pintura está hecha de tersas superficies y tonos apacibles, mientras en el grabado utiliza texturas y mayores contrastes. En la obra impresa se permite jugar con mayor soltura, combinando la variedad de sus técnicas con depurado oficio, a la vez que reduce las formas a niveles de abstracción. Pareciera ser que en esta vertiente encuentra su mejor espacio de expresión, pero en ambas disciplinas observa la misma finura y una disposición hacia el registro y el mapeo de su hábitat.
Su obra plantea de manera intermitente la naturaleza y lo urbano, traduciendo de manera sutil la cultura de un lugar en que circulan habitantes de todos los continentes. Así también, su actividad se mueve entre el pequeño mundo local y el ámbito internacional. Galerías españolas, canadienses o norteamericanas, exponen sus piezas, a la vez que imparte talleres en distintas partes del mundo, donde cientos de alumnos han abrevado de sus enseñanzas.
Topete trabaja a su propio ritmo lo mismo en su país que en el extranjero, regida por sus intereses e inquietudes, sin pretensiones de legar al mundo “la gran obra” o el experimento genial que la coloque en la vanguardia o el escándalo publicitario. Con paciencia investiga las formas y elementos que orientan cada una de las etapas de su creación buscando dar salida a sus preocupaciones estéticas que generosamente ha sabido compartir y divulgar más allá de su taller de Puerto Vallarta.
Ma. Fernanda Matos Moctezuma
Enero de 2012